domingo, 12 de junio de 2011

Lo que para el hombre es imposible para Dios no lo es

Ciudad de la Gloria, Mendoza-La Santa y Nueva Argentina, 11 de febrero de 2011



Decíamos que el hombre argentino debía ser reconstruido. Esto puede ser simple. O no, según como se vea, aprecie, resuelva y ejecute.

El peso de toda una vida de costumbres es una clave como lo es el cambio de las mismas para la revolución justicialista.
Estas costumbres configuran toda una cultura arraigada en el corazón y en el alma. El alma es la que tiene la decisión. Las costumbres constituyen una clave, una matriz que nos lleva a mirar la realidad, decidirnos y actuar de determinada manera y no de otra. El peso de las costumbres se manifiesta en todo cuando tomamos decisiones, desde las más pequeñas hasta las más grandes.
Por las costumbres que se han cultivado, decidimos y ejecutamos partiendo de una apreciación de la realidad. Pero la realidad es una y abarca tanto el campo de lo invisible como de lo visible, lo que vemos tanto como lo que no vemos. Es más, lo visible proviene de lo invisible, siempre.
“La orientación actual del mundo como positivismo y fenomenologismo nos invita a limitarnos a lo visible, a lo aparente en el más amplio sentido de la palabra. El primado de lo invisible sobre lo visible, el de lo recibido sobre el hacer, corre en sentido totalmente opuesto a esta orientación. Aquí radica la dificultad del salto por el que nos confiamos a lo invisible”. Benedicto XVI.

Envueltos en una cultura de la muerte, como reiterara permanentemente San Juan Pablo II, se presentan para el hombre en su posibilidad de reconstrucción, dos alternativas: o mira la realidad espiritual que determina y puede unirse y conducir lo que “es visible, tangible o palpable según los sentidos del cuerpo” o se queda con lo que “se ve” como costumbre, para decidir y actuar.
No importa la escala. Si se parte de una concepción hecha carne o costumbre, da lo mismo que esto sea en lo pequeño o en lo grande, si miramos bien.
Nuestra mirada habitual tiende a magnificar o minimizar; es decir juzgar esos hechos, dando más importancia a unos que a otros. Aquí podemos encontrar un anclaje en la visión que nos lleva a poder hablar de micro-procesos y de una nueva política, también.

El corazón que “tiene razones que la razón no entiende”, es la matriz a re-descubrir en uno mismo y en los demás para el cambio raigal de nuestras costumbres y afrontarlo momento a momento, paso a paso o instantáneamente como el Espíritu puede hacerlo.
Esta realidad espiritual determina el campo de batalla principal en donde se definen los combates por la vida, el sentido y la meta para uno mismo y para todos: la posibilidad del florecimiento de un mundo nuevo, nueva civilización.
El método es el de Nuestro Señor quien por encima de toda concepción, nos impulsa a la elevación por medio de la Unión. Es ésta la concepción que está por encima de todas y cuya vía de concreción es el Amor sin ñoñerías ni galletiterismo, azotando con la Verdad que es anterior al Bien.
El Amor concreto es la realidad de ejecución a la que se puede apelar simplemente decidiendo. Porque solo el Amor construye.
El Amor implica Perdón. Amor–Perdón porque El Señor de la Historia venció a la muerte, al pecado y al mundo. Y nos perdona porque nos ama como somos, para que nos levantemos aunque caigamos muchas veces si es que queremos seguir.
Nos pide que lo hagamos con los demás-nosotros mismos.

La decisión es ir dejando las costumbres gastadas como reiteración de fórmulas. Y marchar a lo desconocido: El Poder del Amor que adviene en la superación de las contradicciones.

Así se configuró la realidad de nuestra Patria y nuestra cultura. Se fueron conformando con el impulso de la Fe, los hombres y estirpes de los fundadores de lo propio, lo nuestro, lo americano del sur y en particular, lo argentino, en sus aspectos esenciales. Cargado el proceso como estuvo de la guerra que la contracultura o la antinomia del mal _que es la contradicción_ siempre eligió y elige para que caigamos en ella.
La separación o división nos conduce como es obvio por caminos divergentes.
Caminos que aparentemente nos dividen cuando en realidad todos somos hijos pródigos de regreso a la casa del Padre.
Esta división o partición se nota primero en uno mismo y en los afectos personales, los amores particulares y se expanden al resto, a los otros. Se trata de buscar, desear, ir encontrando coherencia y sentido común sin apelación a un moralismo o sentimentalismo para poder ver que si no amo lo que está a mano, o si no lo hago en lo poco, ¿cómo podría amar a todos, la Patria, lo “general” o lo universal? ¿O “seguir” y defender una serie de principios o valores más o menos abstractos, si no puedo conmigo mismo ni con el que tengo al lado, en principio?

El Mandamiento supremo del Amor a Dios por encima de todo y al prójimo como a mí mismo, me obliga _como el amor puede hacerlo_ a desterrar cualquier falsa presunción de superación de errores y miserias propias y ajenas que no tenga en cuenta la naturaleza de esta guerra de espíritus, combate de almas que determinan lo que luego se ve, se palpa en lo “visible”.
Reconstruir al hombre argentino es empezar o seguir por uno mismo. Verme en la verdad de mí mismo. Quien soy. Siempre fue así para todo hombre y en especial, para quien estuvo y está dispuesto al desafío de romper una lanza por una causa superior y justa.

El núcleo de una política nueva en el sentido del renacimiento de la Patria pasa necesariamente por expresar, vivir la reconstrucción del hombre argentino desde sus esencias. Aquello que fuimos, y somos, el conjunto de imponderables que hacen que seamos así y no de otra manera, y que ninguna inferioridad espiritual o de otro signo respecto de otros, pueda doblegarnos en el camino de nuestra propia y común búsqueda de la felicidad: la realización de cada uno mientras se realizan-nos realizamos todos. Todo con la Política que está entre el Amor y la guerra.
El factor común para la búsqueda de este sendero de vida es el Amor, que edifica la posibilidad concreta de operar sobre la realidad.
El Amor–Dios mismo está en todo, porque es TODO. Aún en su aparente negación o distorsión, porque es búsqueda errada de ese Amor. Traspasa y se manifiesta en los acontecimientos de hoy.
La concepción que está por encima de toda concepción es la Unión, consecuencia de ese Amor por encima de toda contradicción, para que se cumpla lo de “reunir lo disperso para que no se pierda” y así, como decía Perón, algún día codo a codo marcharemos todos unidos, el pueblo, en un movimiento maravilloso….
Entendiendo que la unidad se logra al buscar primero la verdad antes que el bien, en la libertad en el Creador que mide los corazones con un poquito más de indulgencia-Misericordia que los mortales. Es Todo Amor que se da.
Hasta la vida de Su Hijo por mi lo mismo que por un asesino serial. Que para Él vendría a ser otro hijo más a quien dar su Amor y traerlo de vuelta de regreso a Su Casa.

Un ejercicio político que despliega la alteridad con la caridad elevada a esferas más sublimes y profundas.
La mecánica novedosa para esto tiempos, aunque siempre lo fue, nada más que ahora podemos hacerlo conciente de una manera nueva, es la de la Gracia.

Pretender cambiar al mundo, desde las perspectivas de la mera sabiduría humana y con los hechos de esa voluntad solamente, hoy se puede ver que es una forma de la impotencia si consideramos los resultados visibles. Y debemos dar gracias si nos podemos dar cuenta de esta impotencia.
Lo que para el hombre es imposible para Dios no lo es. Y allí en nuestra nada Él se puede expresar, si lo queremos y lo sentimos. Y si lo decidimos.

Es el signo del tiempo que adviene cargado de promesas y aproximación a la consumación de esas promesas, frente a tanto desbarajuste y presunción de triunfo del poder y la sabiduría humanos.
Que como vemos nos ha dejado el mundo tal como está: hecho una porquería. Con todos sus avances, triunfalismos científicos o de cualquier tipo, la humanidad hoy no es más feliz y está en el borde de su autoderrota como realización u obra lanzada con soberbia para los tiempos.
Hoy tenemos la posibilidad de apreciar la disposición de marchar juntos, como los puñados de hombres de la raza-estirpe que forjaron nuestras naciones al abrigo del Imperio del Espíritu de la Raza de los Pueblos, al calor de España y de María Madre de Comunidades, desde Guadalupe hasta San Nicolás.

“Era un puñado de héroes, de soñadores desbordantes de fe. Venían a enfrentar a lo desconocido; ni el desierto, ni la selva con sus mil especies donde la muerte aguardaba el paso del conquistador en el escenario de una tierra inmensa, misteriosa, ignorada y hostil.
Nada los detuvo en su empresa; ni la sed, ni el hambre, ni las epidemias que asolaban sus huestes; ni el desierto con su monótono desamparo, ni la montaña que les cerraba el paso, ni la selva con sus mil especies de oscuras y desconocidas muertes. A todo se sobrepusieron”. Juan Perón

Hablando de raza, el enemigo es la raza de víboras que en el transcurso de la historia quiso imponer siempre la falsa idea de la diversidad de razas para dividir-separar la única raza humana: los hijos de Dios, su Creador, atentando contra la unidad de los pueblos generando luchas criminales, genocidios de millones, sólo por buscar esa quimera de la raza superior de los super hombres sobre la base de simples características psicofísicas. Y la apropiación de todo lo humano que es de Dios y por lo tanto de todos Sus hijos, para concretar así la esclavitud de millones.

Los peronistas nunca adoptamos esa concepción tan estrecha como absurda e irracional: “Para nosotros, la raza no es un concepto biológico… es algo puramente espiritual. Constituye una suma de imponderables que hace que nosotros seamos lo que somos y nos impulsa a ser lo que debemos ser, por nuestro origen y nuestro destino. Para nosotros, la raza constituye nuestro sello personal, indefinible e inconfundible… la raza es un estilo, un estilo de vida que nos enseña a saber vivir practicando el bien y a saber morir con dignidad”. Juan Perón

Es el mismo eterno y terco espíritu que impulsa la evangelización en la Hispania, el que, desde el pequeño reino de Asturias, milagrosamente detiene en Covadonga a las huestes del Islam, disuelve a los oligarcas reyes visigodos e incita la epopeya de la Reconquista y mestizaje de toda la península, forja y forma las Comunidades libres, y descubre e incorpora a la civilización al nuevo continente. Conforma aquí el continente de la Esperanza, el continente de los creyentes, mostrando con la guía de la Santa Reina Madre, una justicia más amplia y perfecta que ha de brillar desde 1945 hasta 1955 en la Patria Argentina.


María en las mujeres I

Nuestra Madre, revestida de Toda Gracia estuvo-está presente en todas las acciones que movilizaron y continúa haciéndolo cada vez más, el derrotero de los pueblos.
Ella es la Esposa como el Pueblo es la Esposa. Ella tiende puentes vivificantes siempre y se aprecia su Ser en las mujeres de esta tierra.

Veamos como María Eva Duarte expresó este “ser vínculo” de Amor entre el pueblo y el Conductor. Es “una costumbre” el hecho de que en las mujeres por más porfiadas, tercas que sean o por más distorsionada que se presente su necesidad de amar, se exprese esta posibilidad del Amor que el hombre–la humanidad necesitan. Entonces, desde este punto de vista, ellas van al frente y aprietan, molestan para que se cumplan los designios de todos, empezando por sus hijos, sus esposos–parejas y replicar esta posibilidad del servicio de Amor a todo un pueblo.
Esa fue Evita, fundamental y esencialmente, unida a Juan, más allá de cualquier otro razonamiento, análisis, interpretación, “evitismos” o antagonismos.

La fuerza arrolladora de su pasión de Amor por un hombre era directamente en relación con su amor por todos los hijos argentinos, grasitas. Y era amor de imposición dura con los enemigos para arrollarlos con el Amor, dándoles con un caño en sus diatribas, traiciones y oposición. Siempre impulsando la elevación del vínculo espiritual de la Nación y el pueblo, replicando, en grande lo que vivía en su amor personal.
No todos los hombres ni las mujeres nos presentamos con el formato Perón –Evita. Lo que es igual es el origen y el destino, el sentido y la meta: reyes de la creación cada uno ocupando su lugar y descubriéndose mutuamente, sabiendo de las necesidades recíprocas, constitutivas del amor humano pero desplegado a mayores alturas sin comparar ni medir con nuestra vara que está distorsionada a propósito para condenar, enjuiciar y desesperanzar a uno del otro o a uno de la otra. Por costumbre.

En el campo cultural es tan vital, consustancial a cualquier política que se precie de popular y así lo vivieron nuestros padres fundadores. Por eso, pudieron como culminación en nuestra historia reciente, Juan y Eva, entregarse a la causa destinada a forjar un camino para las generaciones, con foco en esta tierra bendita, para sus habitantes primero y para toda la humanidad luego, dándose, contando con la libertad, sedienta como está de Amor.
Poniendo en presente actuante al genio del conductor unido a Dios en Perón y al genio de la mujer en Evita junto a los hombres y las mujeres de la Patria.

En especial las mujeres son, continúan siendo, un misterio de Dios a seguir descubriendo. El potencial orgánico puede verificarse en ese genio femenino unido a la lucha del varón para recomponer la orgánica comunitaria y los vínculos del entramado social roto, desarticulado y caduco en sus formas y contenidos.


El núcleo de la orgánica popular

Lo orgánico es común-unión que nace de esa naturalidad del Orden de la Creación, por ser el hombre y la mujer el núcleo político basal con la familia (célula se acostumbra a decir) de lo “social” o mejor, de la comunidad organizada del Amor. Es el núcleo de la Geopolítica de la fe.

¿Por qué este tema? Porque el amor raigal en la comunidad a partir del hombre y la mujer es la orgánica que viene del fondo de la creación. Dios en su plan varón y mujer los hizo para que se unan y sean una sola carne, y sean conductores del mundo.


Renacer desde el Espíritu subyugando la contradicción

Las antinomias se gastaron, no porque no existan enemigos en el sentido habitual de las contiendas humanas pero es menester que puedan verse en su trasfondo, en lo que es más permanente y nos hace hombres sabedores de la omnipresente actuación del Señor de la historia en la historia personal, la de los pueblos y naciones.
Contamos con esto y en esto radica la esperanza cristiana: el cumplimiento de todas las promesas. No porque haya que saltear automáticamente el condimento de una justicia mundana para la convivencia sino encauzarla y para darle sepultura de lujo en su momento. En un mundo donde se cristalizaron leyes, formas y estructuras con todo el contenido conocido, los hombres, creyendo ser como dioses, se olvidaron de Dios y por lo tanto de sus hermanos. Apelando a Dios, la justicia, los derechos y la libertad como declaraciones de valores, principios y normas vacías, más bien generaron lo contrario al mandato primero. Generaron herramientas para la prevalencia de las antinomias o contradicciones entre unos y otros: unos poderosos y otros sometidos, el amo y el esclavo. Con la mentira, la injusticia y el desamor hicieron prevalecer el dolor, el horror y la enajenación extendidos a escala universal. Así se prefiguró el mundo…. y se preguntaba Perón si esto constituía la derrota de la humanidad… como respuesta apela de nuevo al espíritu y queda abierto a la esperanza y la lucha de las generaciones… a la espera activa en la libertad de los hombres y los pueblos. Un hombre de Dios.
Los tiempos están maduros. Requiere esto reconocer hoy esta unión del género humano. En particular la unión de los hijos de esta tierra _el pueblo argentino_ pertenecientes a esa estirpe fundante, para dar el buen combate en el corazón de nuestros compatriotas, allí donde la guerra ha sido deliberadamente desconocida o negada por el régimen. Y sin embargo allí estaba instalada de manera solapada, intrigando y combatiendo arteramente. Un corazón que es Dios Padre en cada uno, asumiendo las miserias, pecados, hostigamiento-contradicción y muerte. Un corazón que en su realidad espiritual está por encima de la división. El hombre se ha ido dividiendo contra sí mismo; separándose de Dios y auto condenándose las más de las veces, partiendo su corazón.

Pero, nos propone como a Nicodemo, nacer de nuevo desde el Espíritu. Ese Espíritu que se reconoce en nuestra gestas, y que es la memoria inmemorial y sin tiempo, aunque acontezca en el tiempo histórico de cada habitante y en el de la nación


Lo socio-racial, los jóvenes y las mujeres

Es por el Espíritu que los jóvenes pueden sentir y experimentar que quieren ser parte de algo más grande, no sabiéndolo o no siendo conscientes de ello. Por eso se expresaron, y “socio-racialmente” manifiestan esta potestad de su ser en acto, si aparece la oportunidad o algo o alguien se las brinda conduciendo. Y es el Espíritu el que conduce. Si no, se gastarían nuevamente en mil desengaños y desilusiones repetidas o nuevas.
Si conduce El Espíritu en los hombres conductores se evita la frustración, que es el freno o demora hacia la meta y el caldo de la desesperanza del que bien se aprovecha el espíritu de contradicción profundizando nuestros propios desalientos y removiendo heridas, nos llevan al desamor.
Es que el camino del ascenso de esta realidad que une lo espiritual y lo mundano sin separación y que _dijimos_ viene del fondo de nuestra historia, está presente-actuante en el ser personal y común de nuestro pueblo, esperando el cauce del Amor.
Amor que Dios da gratuito y es amor humano santo y pecador, auténtico y verdadero. O es hipocresía, desamor primero con uno mismo y luego, al instante con el otro, mi prójimo. Los jóvenes y las mujeres tienen esa aptitud vital, de ir conformándose hacia las alturas: unos lanzados al devenir con el que aún sueñan para ellos y todos (diríamos el idealismo típico de cualquier joven) y ellas con su afán de amar bien o mal, siendo mujeres guerreras, pacientes o no; formando hombres para la Patria o codiciando retenerlos para seguir amándolos de manera distorsionada, si no se encauza el sentido del Amor. Impulsando o “frenando” al hombre según el hombre pueda traducir lo que está en el corazón de las mujeres, tan cercano a Dios que por elevarse tanto habitualmente ellas pueden querer-sentir ser como dioses. Pero son aún así la concretitud y la “practicidad” del Amor.
Los hijos de la estirpe de la Raza de los pueblos, son los que habiendo nacido de varón y mujer, llevan este signo socio-racial ancestral grabado en sus corazones. Son nuestros jóvenes que buscan y buscan; no surgieron, no vienen de un repollo ni de una experimentación socio política del tiempo que corre. Sino del Corazón de María, encarnado-visible en la Doctrina Nacional, que son las entrañas de la Patria. Y de las mujeres del pueblo “celosas guardianas de la misma” aún deformando su propia valía y su propio destino bajo las formas de la devastación que este mundo les ofreció y les ofrece.

La misión del hombre. Su cruz y Su resurrección

El cauce es en el hombre su condición de conductor, es decir, su don de poder traducir lo que está confuso y decidir en consecuencia. En esta particular guerra, que se libra en los corazones, esta posibilidad de replicar el amor humano a todo un pueblo, puede encontrar siempre a un hombre y una mujer siguiendo los dictados de la contracultura o reivindicando con la mayor victoria el designio de decidir-poder-vencerse a sí mismo para lograr la mayor victoria a la que se pueda aspirar. Y no hay mayor victoria, si el cauce es el del Designio de Verdad, Amor y Justicia, que El Creador pensó desde la Eternidad para todos Sus hijos.
Es en la aparente contradicción hombre–mujer donde la contracultura más avanzó en demoledor ataque contra el hombre; contra la mujer y luego, contra jóvenes, viejos, y así todo lo “humano”.
El cauce es para el hombre-conductor “la cruz”. Para la mujer es “el estar al pie de la cruz”.
En esto hay Muerte y Resurrección.


Reconocernos santos pecadores, la estirpe de la Gloria de Dios, amando más

Las contradicciones se superan amando más lo no amable, en nosotros, entregando nuestras miserias para que Dios multiplique Su Gracia. Viéndonos y aceptando cómo somos primero.
Poder apreciar y ver al otro cómo es de verdad en su dignidad, pequeñez y grandeza, que es lo mismo que en uno mismo. Con el impulso de esta certeza de ser cada uno y los demás Uno con el Creador, poder ir dotando de sentido histórico y trascendente a lo que hacemos.
Reconocer-nos en la continuidad de la raza y el Genio que Dios dispuso, desde Santiago Apóstol y María, en Iberia de los romanos, hasta este continente de la Esperanza y hasta el finís terrae de la nueva época: Argentina, esperanza de América y el mundo.
Para la Revolución Justicialista es Su Espíritu transfigurado en el hombre y el pueblo nuevo, cuna de la nueva civilización de la Justicia la Verdad y el Amor.


¿Cómo hacer?

Pero, ¿cómo haríamos? No parece una guerra convencional aunque tiene ingredientes parecidos a lo que estemos acostumbrados. Parece una hipótesis que no se puede realizar.
Recordemos lo que tantas veces dijimos: ¿cómo fue un 17, cómo fue un 2001, cómo fue una batalla de Tucumán, un cruce de los Andes, el retorno glorioso del líder? ¿1806 y 1807? Y antes Hernandarias, Ceballos y todos los que precedieron y siguieron.
¿Qué acciones premeditadas totalmente pudieron haberse llevado a cabo en cada caso para obtener esos hechos, que fueron signos o concreciones de victorias del pueblo? Fue voluntad y decisión humana dispuesta en general en pocos o muy pocos pero que aconteció en lo que humanamente era imposible, con su Fe, trabajando, sudando su fe. La inconmensurable añadidura del Señor de la historia, Providencia Divina y la co-participación del hombre.


Lo que para el hombre es imposible para Dios no lo es

Lo decía el padre Alfonso Navarro siempre: Ustedes creen que podrán hacer algo… ¿cambiar el mundo? es imposible… pero para Dios todo es posible. Bueno, lo repetía San Juan Pablo II siempre, ¿no? La clave es mirar a lo Alto con la insignificancia y la grandeza que somos.
Allí donde está nuestra debilidad está nuestra fortaleza, y es la fortaleza del Señor del tiempo que obra así el milagro. Para eso es menester morir y renacer: Espíritu nuevo. Paso a paso.
Esa fortaleza es en nosotros en la medida de la entrega de nosotros mismos como somos, míseros, necesitados de Su Misericordia para que obre maravillas.
Para no reemplazarlo, porque nos deja actuar por nosotros mismos, libremente. Y así autónomamente hacemos las macanas que hacemos, todos los hombres todos los pueblos.
Nos necesita y lo necesitamos. Hagamos como niños lo que nos falta para que complete el Señor Su Obra. Esto es en la Unión de los hijos del mismo Dios, Hermanos de Jesús, si le creemos cuando nos pide que todos seamos uno. Y a la Dulce Inmaculada Mujer revestida de Sol del Nuevo Amanecer de Argentina, démosle nuestro Corazón en la batalla que Ella nos guía.


María en nuestras mujeres II

Enfrentemos el dilema de María en las mujeres; desde Cristina hasta cada una y cada cual que nos toque. Porque sin Ella-ellas, no podemos. Y Ella, como en las bodas de Cana, nos impulsa a ser más hombres siempre, nos guste o no la forma en que lo piden.
Re descubramos el Genio femenino, el rol de la mujer _misterio si los hay_ porque guarda los secretos mejor guardados de la humanidad doliente. Y es el pueblo que sufre y espera como la Esposa que es Nuestra Madre del Cielo y Madre de esta Patria.

Las mujeres en su concretitud y practicidad en las cosas del Amor, al alterarse su misión, son la clave para aportar la sanación y el lleno de este vacío en el corazón del hombre-varón. Son las mujeres, fundamentalmente en estas épocas y en este estado contracultural, las que no se aceptan como son; tampoco son aceptadas-amadas en lo que en verdad son. Nosotros, no conocemos a la mujer, cómo es, ni sabemos aún lo que es; son un misterio.


La fragilidad del hombre y las paradojas de la cuestión de “género”

En consecuencia los varones, no sólo no se aceptan como en verdad son, sino que ya no saben qué es ser un varón viril. Ellas, las mujeres, han sostenido a la humanidad durante milenios y siglos desde el origen, concibiendo-criando a la estirpe caída después del pecado original, no por propia decisión y voluntad sino porque el varón se perdió primero dejándola sola, al abandonar la conducción; y a su vez, con la obstinación-firmeza del Corazón Inmaculado de María presente en ellas, aún traducida incorrectamente, contra viento y marea, fueron-son siempre dadoras de vida.
Esto fue y es necesario, un paso clave y riesgoso para la Resurrección, porque si no estuvieran ellas, paradójicamente, no podríamos hacer la Obra de Redención, la Gloria del regreso del hijo prodigo, que es la humanidad, a la Casa del Padre.

Resulta una paradoja que en estos momentos, cuando los varones están temerosos, indecisos respecto a luchar o no por la libertad, la dignidad y la justicia _y la vida es lucha_ se exprese en contradicción aparente la acción política de una mujer Presidente y una jefa de oposición también mujer, estando al frente también _y más allá de sus declamaciones e ideologías_ tienen ovarios para pelear y mostrar, aún desfigurado, este espacio-genio de mujeres, que no muchos “varones” políticos pueden mostrar en su propia condición.
Es que esta distorsión _como la del evitismo_ no soslaya esta necesidad y presencia femenina como soporte-impulso del varón, del pueblo y de cada uno. En este marco se desenvuelve esta guerra sin demasiados tiros-balas _aunque los hay_  y sirve para cotejar el rol de cada uno.  
De quien reviste su papel como mujer de esta época, con su corazón-espíritu que se desboca por pelear por la justicia y se frena frente al panorama conocido, saturado de viejas condiciones y estructuras para hacer política. Cristina expresa este misterio de la mujer que puede impulsar con María al pueblo, si el Espíritu conduce.
¿Será que quiere también volar a las alturas de su condición y ver y apreciar los nuevos odres que podamos descubrir o edificar quienes así lo queramos y lo sintamos?


La mirada centrada en la Potencia Verdadera para “poder ver, apreciar, decidir y actuar”

Decíamos: Hay que reconstruir al hombre argentino. Hay que dar este combate con el Corazón de Dios Padre en cada uno. Y reconocer nuestra impotencia cuando solos no podemos nada y toda Su Potencia “es” en nosotros, unidos a Él en Su Plan.
El Poder del Amor que adviene es el fin de la injusticia y la puesta en práctica de lo que siempre quisimos y anhelamos, para nuestra familia, nuestra Patria, nuestro Continente y para toda la humanidad: la realización de nuestros sueños más profundos.

Es bueno probar el vino nuevo porque el viejo sabe a rancio y se nota. Y contener la esperanza desbordante, la del querer de hombres y mujeres argentinos y los jóvenes, siempre. Y vencer las contradicciones que son un paso atrás, al pasado viejo-enfermo.
Separando la cizaña del trigo encauzar lo que se puede con lo que se es y se tiene, reconociéndonos limitados santos-pecadores, caballeros de la quema y chantapufis de salón, o pata al piso, venciendo el orgullo y la vanidad.

Porque Cristo asume nuestras miserias de una manera nueva y se hace Uno con todos para que el tiempo que corre nos devuelva la esencia del ser hombres, la esencia de ser Comunidad Organizada, la esencia de volver a los brazos del Padre y completar el ciclo de la creación como Dios quiso.
La verdad está cada vez más expuesta y muchas veces duele como un nacimiento, como un amor, como una muerte. Pero el Amor es más fuerte.
Veamos y amemos, busquemos con el afán de cada día los odres nuevos y el vino nuevo. En uno mismo en principio. No nos resintamos de los odres viejos y el vino viejo. Sigamos.
Dejemos las ruinas-estructuras de pecado y migremos desde el interior al exterior de nosotros mismos y junto a los demás que son iguales a nosotros, hacia a la orgánica nueva del pueblo que lo es en la medida que siente y experimenta que es eterno.
Y cuando puede encontrar una rendija para mostrarlo, una falla en el muro para desbordar, irrumpe con fuerza y no hay nada ni nadie que lo detenga. Los demás son muros que generamos y que nos encierran a nosotros mismos siendo nuestros propios carceleros simplemente por costumbre.
Por habitualidad que no es lo mismo que normalidad.


Un aporte para ver la situación desde esta perspectiva

Es posible entender lo que pasa en nuestra Patria hoy, signado por la contradicción de la irrupción de lo eterno en el espacio-tiempo de esta tierra nuestra, en sus gobernantes, instituciones y en los detractores-oposición, impotentes éstos últimos aunque con uñas para rasgar-joder-detener procesos irreversibles. Con dispersión de grupos, intereses y arreglos; dos mujeres al frente, polos de contradicción. Contradicciones a flor de piel fijando la mira en una línea de contraofensiva-propaganda y desgaste que solo detiene el curso de los acontecimientos o los puede deteriorar hacia una escalada “desestabilizadora”.


El fallecimiento de Néstor y este hueco en el lugar del llamado poder.

Las acciones del Corazón del Padre que es el Espíritu del Pueblo, representan y evidencian en la realidad tangible al Movimiento Nacional. En su orgánica vital y en su común unión.
Los designios del Padre llevan a esta situación, conduciendo, provocando el “vacío” con el “lleno” de la impotencia y la Verdad. Es preciso ver qué pone cada uno, en qué se da, se niega a sí mismo y cambia para que esa acción se efectivice.
Es renacer como Nicodemo. Es promesa hecha en San Nicolás y en muchos otros lugares: La Patria renacerá. El deschave de las últimas acciones así lo indica. Está el Gobierno con Cristina quien conoce, con sus vicisitudes, lo que puede apreciar de esta realidad. Pero no olvidemos lo que dijimos de las mujeres-puente por naturaleza y su arraigada búsqueda de darse en lo poco o en lo grande. Fijando un anclaje en la fortaleza del tiempo y las circunstancias del proceso _y desde esta perspectiva_ veamos todo, porque las mismas contradicciones de la llamada oposición, se aprecian hacia el interior de los gabinetes oficiales.


Donde hay oportunidad el hombre puede afrontar los más altos desafíos munido de una sólida verdad: La Fe

Aunque señalan un aspecto de la lucha, se pueden aprovechar los intersticios de la realidad socio-política visible para abarcarla desde lo más alto. Bien, mientras discurren se pueden tomar como una oportunidad sin fines trascendentes o empezar, seguir o aprovechar dando el práctico aunque sublime combate estratégico, el de siempre, siguiendo el camino que abrieron muchos argentinos y que dieron todo por la Patria.
Faltan efectores que impulsen la continuidad del proceso con esta potencia del Corazón de Dios Padre obrante en la realidad. Instalando la nueva política de la orgánica popular que intuimos, que “sabemos” en el corazón y que también está dotada de racionalidad porque se trasunta en planes con la solución a los problemas concretos de los argentinos. Por el absurdo de la Fe que es imposible _y así opera_ todos necesitamos, quien más quien menos, esta cobertura y acción del Espíritu para que trabajemos en la historia si existe la disposición-decisión como proceso de marcha y conversión.


Resumiendo

Son las almas las que deciden; son ellas las que llevan al cuerpo y no al revés. Así es la decisión para y en el Movimiento Nacional en cada etapa. Partir de esta primera orgánica de la Comunidad Organizada del Amor concreto humano. Dejando el lugar a María Pueblo en las mujeres encauzando-reconociendo nuestra fragilidad congénita de hombres para volver a ser conductores-generales del Rey de Reyes.
Repetimos: el dilema es para el hombre dejar sola a la mujer, como en el Paraíso. O aceptar el impulso de la mujer y traducir su necesidad de amar siempre más. Aceptar la cruz y conducir amando. Cada mujer-María como Nuestra Santa Madre en las bodas de Cana, expresa esta necesidad: “Hagan lo que El les diga”
Así se reconstruye el entramado social, en la recomposición-reconstrucción de la unidad del hombre y la mujer. Con el don recíproco de sí mismos para poder darse y reunirse con los demás, los terceros, que son incluidos así porque esta fue la mecánica de la Gracia para vivir en Comunidad en esta tierra.

Marchemos hacia la reconstrucción del hombre argentino y su cultura raigal que es la que Dios dispuso para esta porción de la humanidad. Empecemos por nosotros mismos, cada uno y así será con los otros. Reconstruirse es amarse en lo que somos: miseria, polvo, tierra, nada.
Entregándole estas debilidades al Padre que Él revertirá en Gracias para cada uno y para todos.
Para amar más a los demás como son: es la forma del amor posible y concreto. Si no es una declamación y una abstracción malintencionada, farisea y burguesa.

En el ser devastado femenino _como miseria_ anida la posibilidad de la grandeza de la pareja humana y de su progenie y de toda la Comunidad mirando con ojos de cóndores y no con gallináceas argumentaciones modernistas. Si ponemos la Fe por encima de la razón, por ir primero, ella puede iluminar el pensamiento. Y ambos reunidos y juntos pueden conducir a la Verdad aunque de modos diferentes. La certeza y evidencia de los resultados puede ser la misma porque hay misterios y aspectos que solo el Espíritu, el Corazón puede captar y comprender.

Esta es la cultura implicada, con las nuevas costumbres, siendo cultivo del Espíritu en el pueblo Argentino. Es el hecho político que sobreviene y se sobrepone sorprendiéndonos con los acontecimientos, impregnando el Ser para tomar decisiones.

Podemos querer alcanzar esta certeza por Fe, como obró siempre en nuestro pueblo y sus conductores, renovada con la verificación hoy del término de una época y el renacer de una nueva aurora en estos tiempos que corren; es la cultura socio-racial de nuestro pueblo desde sus orígenes eternos e históricos, en sus luchas, en su vida en elcamino sembrado de espinas, piedras, barro”.
Y que le sugiere desde el fondo oscuro de Su alma que al final está el Faro: Para alumbrar a una humanidad que está en la oscuridad. El corazón justicialista no nos permitiría desandarlo.

Así es mi General: Hoy, más que nunca debe resucitar Don Quijote y abrirse el sepulcro del Cid Campeador. De nuevo: ¡Cabalga Diego Laínez al Buen Rey besar la mano…!

Matías Oscar Matriel Zoia – Judit Marilyn Elaniel, Apóstol Ministro de Cultura del Rey Cristo Jesús

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