Casita de María, Ciudad de la Gloria-Mendoza – La Santa y Nueva Argentina, 6 de julio de 2011
A los candidatos: El reconocimiento de la incompetencia, propia y ajena, es el principio del aprendizaje para recrear la PATRIA.
Cegados por supuestos “logros” muchos no atinan a reconocer sus errores y aprender, y así ver que solos no pueden más.
Por otro lado, todos nosotros sólo cooperaremos a fondo y seremos equipo-Comunidad si estamos convencidos, lo cual es difícil pero no imposible, que nuestros prójimos son superiores en muchos aspectos. Este es el fundamento ontológico y orgánico a recrear, base de toda orgánica real, que sirva a sus cometidos, como ya dijera Chester Barnard hace casi un siglo. En un mundo de híper competentes, todos lo saben todo y nadie necesita de nadie; es un mundo de dioses, pero solitarios.
Nos hemos olvidado que el Hijo de Dios nació pobre y cómo María llegó a ser y es Reina del Universo al reconocer su nulidad. La máxima competencia y la máxima incompetencia se dan la mano de forma paradójica, dialéctica y espectacular. ¡Dios es muy divertido! El discurso de la excelencia y del “yo puedo” lleva a extremos cómicos que se transforman en tragi cómicos para quienes sufren las consecuencias.
Pero sobre todo observemos como el discurso es en realidad hipócrita porque no se basa en el deseo de la eficacia o eficiencia que se declama, sino que oculta los oscuros designios, consumados en los hechos, de egos exacerbados por la vanidad, el individualismo, el poder o el dinero.
Nada que se precie o se parezca a la expresión de la entrega y el servicio por el bien de todos. Que se ceba en la contradicción con lo que el otro es o piensa. Es así en el campo de la política, destruida como está, que se parece más a una tormenta en un vaso de agua, respecto de su real espacio de interés y por su relación con las necesidades objetivas e incumplidas del pueblo y de la Nación.
Hoy las paradojas andan sueltas. Es bueno ver el Espíritu soplar sobre unos y otros, los candidatos. Pero en lucha de espíritus, propiciando elevarse pero visiblemente suscitando la intriga y la astucia en el “juego politiquero”, el afán de seguir por seguir, junto con el propio cansancio de seguir caminos trillados. En otros, la revancha y el regodeo en las miserias de los “competidores”, esperando oportunidades para ‹un golpe de timón› que los coloque en el sitial anhelado: el poder.
¡Pareciera que necesitan más contradicción para anularse unos a otros en un esfuerzo estéril en el campo de la nada que es este sistema formal y de democracia falsa! Sobre todo en aquello de lo que más se ufanan, al tiempo que no pueden aunque quisieran, llevarlo a la realidad: la representación y el cumpli-miento del mandato popular. Sólo los ungidos, ¡si! no se escandalice, solo los elegidos pueden torcer este destino aciago por el que vamos en Argentina y el mundo tal como quieren presentar y perpetuar los que están aparentemente satisfechos y cómodos.
Los ungidos imponen desde la Verdad, los otros imponen con la falsa representación “democrática” o mediante una tiranía, da igual. El Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere.
Frente a los signos de ese Espíritu presente en la Presidente Cristina, llamada a ser vanguardia del mismo, por mujer y por discípula elegida, se enfrentan otros, también llamados a completar como misión trascendente el legado de los patriotas cuando, ungidos, pelearon contra sí mismos, sus egos y ambiciones desmedidas, para que naciéramos a la faz de la tierra.
Este Signo es la cara verdadera de la contradicción, es plasmar la Unidad Nacional, con un gobierno que la exprese y abarque a todos, con los diversos ingredientes, que a unos les gustan más y a otros les gustan menos. Pero como todos somos iguales según y para El Creador, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Se impone la necesidad de la Dictadura del Amor-Perdón por sobre la mezquina división. En medio del armado de listas, de las presiones y la avalancha de propaganda, agitación en contra de…, etc., etc., los Designios del Espíritu de la Nación se hacen patentes, visibles para quien quiera ver y oír.
Los sordos no quieren comprender, tienen la mirada de los que se sienten “competentes”, más que otros. Están en el estrecho corredor, matadero de la “república” burguesa. No quieren salir porque se les pudren los negocios o los delirios personales devenidos en ideologías y terminan siendo cómplices de los que roban a escala universal y local. ¡Cuentan con las herramientas a mano de las certezas de sus corazones que nunca los abandonan!, pero insisten en no escucharlos, culposos, mentirosos y cobardes, aún viendo que ponen en juego el destino de millones, hastiados de pobreza y ninguneo, quieren decidir continuar hacia el abismo. Pero ojo, que truena siempre el escarmiento.
Falta gas, combustibles, la plata no alcanza, las llamadas empresas ‹multi...› siguen robando, los bancos peor como siempre, no hay trabajo digno ni horizonte para jóvenes y viejos.
Han asomado los signos del Espíritu de Ana Cristina y las mujeres de la Patria, en los hechos y en medidas que se han tomado que no alcanzan pero muestran lo posible del Plan. Son un alivio a la situación de las familias argentinas y también este Espíritu asoma en la Primera Magistratura, en la defensa de la Soberanía frente a la picuda Albión: vieja, fané y descangayada pero impiadosa, burda y en decadencia, que sigue pataleando “en contra” de la evolución de los pueblos en el Espíritu y en su afán de realización.
Hay que ir más hondo todavía en el Movimiento Nacional que abarca todo y a todos. Es una lucha fatal en la que estamos, los hombres son-somos llevados a encerrarnos y también queremos salir, demostramos ganas de adentro, de muy adentro de salir juntos adelante y por arriba. Las dos cosas.
¿Quién toma la posta?: los ungidos, sabios de sabiduría no mundana, dispuestos a entregarlo todo, de negarse a sí mismos. Y abarcar a todos en un Movimiento nuevo: la Unidad Nacional. Aplicando las medidas dispuesta por Dios y el Espíritu del Pueblo presente, siempre heroico y eterno. De la mano del Hombre Dios, nuevo en los elegidos y en todos los que decidan unirse, también los gobernantes y dirigentes políticos.
El Papado de Jesús en Pedro II y María Liliana con Joaquín, los demás Apóstoles y esposas Reinas gobierna y ofrece el Plan Nacional Único de Poder Popular para que lo escuchen y practiquen los prudentes y lo rechacen los necios. Es imposición y decisión por ser Verdad del Corazón del Padre, que golpea los pechos, si lo ven, si deciden, si lo quieren “estudiar” o criticar.
Con nuevos odres donde volcar este Espíritu, La Santa y Nueva Argentina va a iluminar y alimentar a la humanidad que está en default, les guste o no, aunque lo quieran tapar y disimular. El default del mundo es financiero, pero fundamentalmente el default es la muerte espiritual y carnal de la pretensa obra humana concebida para eternizarse; por responder al adversario llamado Príncipe de este mundo, que ya se ha mostrado impotente y pronto estará de regreso en las filas del Amor de Dios.
Va en picada y por eso vale para Argentina estar en el mundo sin ser de este mundo que ya murió. Todo lo demás son slogans viejos, que nadie escucha aunque por no reflexionar ni ver su verdad, se limita a repetir y seguir esclavizado. Es bueno el hombre pero si se lo controla es mejor.
Impongamos los recursos del Amor y del Perdón para controlarnos en la realización de nuestros mandatos que han sido legados desde siempre: ser Comunidad Organizada. Haremos la unidad que conduce lo diverso, lo rico, lo malo, lo bueno, lo feo o lo lindo de lo que somos todos. Aceptando nuestras miserias y no queriendo ser los más competentes en esta hora de Verdad para el mundo.
Los que se candidatean y sabemos quiénes y qué son, qué “representan” o de quién son mandatarios, les decimos que se apuren a subirse al tren de la Devolución, no sólo de lo que se robaron y llevaron siendo “muy competentes”, sino que se suban al tren de la Oportunidad que transporta la gratuidad que pueden tener si lo quieren y lo deciden: de recibir el Amor-Perdón de Dios y de todo un pueblo. Y ponerse al servicio con sus dones y miserias que son bienvenidos.
Porque sus intereses verdaderos, aún aquellos egoísmos tolerables, caben en la Unidad Nacional, como caben los sueños y anhelos de todos y del más pequeño de los compatriotas. Somos iguales.
¿Nos disponemos a saltar la barrera odiosa que no nos lleva a nada y que nos puede hacer libres para ser felices de verdad? Somos más incompetentes de lo que pensamos, pero tenemos más potencial del que creemos. Seamos como niños, busquemos esto. ¡Y tendremos todo!
Matías Matriel-Judit Elaniel, Ministro de Cultura del Rey Cristo Jesús
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